Los retos que el Covid nos puso

La carrera contra la vida en estos tiempos extraños no nos ha dado ni el chance de sentarnos a pensar en lo que está pasando. Desde que empezó el año, el covid-19 se ha comportado como una pandemia para el marketing digital. Mucho antes de que empezara la cuarentena y el miedo a salir, Google ya había recibido un cambio en sus búsquedas. Todos los internautas, buscando algo de certeza, nos vimos obligados a empezar a escribir “coronavirus” “covid-19” “pandemia” y queríamos tener suerte, pero Google estaba tan incierto como todos. Acá estamos, virus y humanidad, unos meses después y la situación va y viene entre certeza y desespero, entre esperanza y depresión, entre hasta cuándos y paciencias.

Yo estaba preocupado hace rato, pero la ansiedad de la situación se alojó en mí el día que Ter publicó este video:

13 de marzo de 2020. Creo que recordaré ese día. Haciendo memoria podría decir que con mucha incertidumbre abrí el portátil para entrar a Facebook y ver qué hacía. A mi y a mi equipo nos llegó en un momento de cambios importantes en nuestros programas de generación de leads, nos dejó viendo un chispero cuando cambiamos de un modelo de formulario a otro. Decidimos hacer un cambio drástico en la manera de hacer parte de la conversación. Soy de los que cree en ser útiles, una persona pragmática, y en ese momento parecía claro un mensaje para todos: Quédense en casa. Necesitamos cuidarnos y no contagiarnos.

¿Alcanza a clasificar como paradoja que el mensaje que estamos transmitiendo sea un reto? Cuando empezó la cuarentena era claro que en casa estábamos más a salvo que afuera, y así, algunas personas empezaron a consumir distinto. El consumo del celular se transformó, cambió de horas, de frecuencia. Esa información que para los estrategas de contenido es el pan de cada día cambió. El consumo de video aumentó, los usuarios de twitch (que ya eran 2 millones) se duplicaron en dos meses. Ya todo lo bueno de Netflix se acabó y si sale una nueva temporada no la deboramos hambrientos porque ya nos acostumbraron a una velocidad acelerada de producción y consumo. Como una manada de leones hambrientos de videos, de blogs, de libros, de películas, series, documentales y ni el mismísimo internet puede ir a la velocidad de nuestros propios deseos. Eso pasa cuando te encierran meses en un apartamento e internet, para muchos, ya es la única entrada al mundo.

Como la gente estaba consumiendo Facebook distinto y nada que no hablara sobre la pandemia se rendiría ante la inclemencia del alogritmo y su amor con los clics que le estaban dando las palabras y hashtags #Covid #Covid-19 y sus dervidas; la estrategia de contenido se volvió ineficiente. A eso se le suma que un programa creado para agendar citas (presenciales) médicas a pacientes de Parkinson, dolor e incontinencia no puede funcionar por obvias razones. Nos apoyamos en primer lugar en una estrategia que ya llevábamos implementando con buen resultado: una serie de webinar en línea para los pacientes. Esto nos dío un buen pulmón para seguir respirando en una condición que ahogaba a los productores de contenido llamada Covid-19. Trajimos a piscólogo para enseñar a manejar la depresión y ansiedad en cuarentena, trajimos a nutriólogas para enseñar buena alimentación. Todo gratis, en Facebook y para la comunidad.

El panorama nos llenaba de preguntas cada vez más y las respuestas empezaban a parecerse cada vez más a premoniciones que cualquier otra cosa. Decidimos empezar a preguntar a nuestras comunidades sobre sus intenciones y comportamientos en este periodo. Con encuestas publicadas en Facebook descubrimos, por ejemplo, que en este momento las personas confían en los médicos por encima de todas las demás fuentes de información. También entendimos que en varios países los pacientes nunca habían tenido una consulta en servicios de telemedicina. Pero, por encima de todo, las personas no quieren volver al hospital por temor a contagiarse. Así nació el segundo y actual reto.

Existen condiciones serias, como los Accidentes Cerebrovasculares, que si no son tratadas a tiempo pueden ser fatales o dejar secuelas muy complicadas. El temor al contagio ha llevado a las personas a dejar de atender a los hospitales en situaciones que son urgentes y esto, por supuesto, es muy grave para ellos. En todo el mundo cayeron un tercio las consultas por ACV solamente. Entonces el mensaje ya no solo es Quédate en Casa. Ahora es quédate en casa al menos que… y ese ‘al menos que’ cada uno lo llena con lo que debe educar. Me temo que el mensaje se va a diversificar tanto que habrán miles de razones para salir, porque no podemos vivir sin salir.

El mensaje nuevo es más difícil de posicionar, porque además se enfrenta al miedo común de nuestro fin. Mi intuición me hace creer que incluso los que niegan el calentamiento global saben que están jugando con fuego y se están quemando, literalmente. El Covid-19 es mucho más que solo una pandemia, se ha convertido en un espejo inmenso revelando una por una nuestras debilidades o para no ser negativo “puntos a mejorar”. Nadie quiere tener esta enfermedad porque no solo es asquerosa en términos médicos, es un lastre horrible. Mi abuela lo dijo, y le salió de tripas corazón: “prefiero morirme a que me de Covid.” Miércoles, ¿En serio, abuela? “Ay si mijo, eso es muy terrible”.

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